El Valladolid Motor Vintage, el encuentro de vehículos clásicos y antiguos que organiza El Norte de Castilla con el patrocinio del Ayuntamiento de Valladolid, Mapfre, Fundación Michelin, y Lexus; y con la colaboración de Coca-Cola, y Rock on Wheels España, ha demostrado en esta nueva edición, la octava, su potencial de convocatoria. Así cerca de quinientos inscritos, con vehículos como un tractor Renault de 1925, hasta modelos de los años ochenta y principios de los noventa, han acudido a esta cita desde diversos puntos no solo de Castilla y León, sino también del resto de España, el más lejano de Cataluña. Y es que la fórmula de una concentración abierta, no reservada a un tipo de vehículos o a una marca, ni tampoco a una época determinada, se admitían fabricados hasta 1991, permite la asistencia de motos, automóviles, camiones, bicicletas o tractores, toda una riqueza como espectáculo para el público y también un medio para que aficionados de diversos gustos puedan intercambiar experiencias.
La variedad alcanzada en esta edición ha sido espectacular. El contraste entre pequeños biscuter de 2,6 metros de largo con los Cadillac Eldorado, de casi seis metros y con una distancia entre ejes de 3,28 metros, es solo una referencia de esta diversidad. Y no hablemos ya de grandes camiones, como Pegaso, Mercedes, o Ebro, con coches de competición de Lancia, Renault o Seat Y eso sin olvidar el espacio de la familia Occhiuzzi,, que presentaba en esta ocasión desde una primitiva bicicleta de principios del S XIX a una de cazarecords de 1990, pasando por otra propulsada por una hélice accionada por un pequeño motor de gasolina.
Hubo coches destacables en la cita, como un espectacular Panther J72, réplica del del SS 100, el primer Jaguar. De este automóvil, Panther Westwinds fabricó tan solo 368 unidades entre 1972 y 1981. También nos llamó la atención un muy bien presentado Peugeot 301, del año 1933; un Honda NSX de 1991, el primer coche de serie que contaba con un chasis monocasco realizado enteramente en aluminio y un modelo en el que trabajó en su puesta a punto nada menos que Ayrton Senna. Tampoco pasaron desapercibidos un Studebaker de los años cincuenta, varios Corvette y Porsche 911 (uno de ellos, el precioso Targa, del año 1976, de Tomás Nozal) o los dos Alpine, espectaculares, de Alfonso Zarzuela y Tomás Hernández Otero.
Seat y Renault fueron las marcas con mayor número de participantes. Entre la primera, llamaba la atención un precioso Coupé 850, varios 124 en estado original (a los que se sumaban otros muchos con modificaciones de competición), y muchos 600. En la marca del rombo, los 5 tenían una presencia masiva, pero sin duda el Maxi Turbo sería uno de los que más miradas atrajo.
También se hizo patente la presencia de muchos participantes encuadrados en clubes de marcas, de ahí que, sobre todo en los clásicos populares, se pudiera contemplar series de modelos como Citroën 2 CV, Renault 4L (que este año celebraba sus sesenta aniversarios), o VW Escarabajo, entre otros. Los aficionados se reagrupan cada vez más en clubes en busca de una defensa del vehículo clásico y antiguo. Y es que las medidas que se están aplicando y se van aplicar en el futuro en cuanto a etiquetas de la DGT, zonas de tráfico restringido, o prohibición de acceso a determinados municipios, preocupan y mucho en el ambiente.
El vehículo antiguo y clásico es un patrimonio social y cultural conservado en muchas ocasiones con esfuerzo y sacrificio por los propietarios. A parte de que los pocos kilómetros que hacen al año tienen una incidencia insignificante en el medio ambiente. Y así lo quieren hacer visible al resto de la sociedad. Hubo quienes, a mediodía, hicieron notar su protesta con el sonido de sus cláxones, algo que no gusto a muchos otros aficionados que consideraban que una acción así solo supondría despertar el malestar entre los vecinos. En cambio, hubo quienes, para mostrarle su preocupación por el futuro, se acercaron a conversar al alcalde Oscar Puente que, acompañado por el concejal de movilidad Ángel Vélez, no faltó a la cita.
El VMV se cerró con la entrega de premios, acto que fue precedido por el homenaje a Luis Rodríguez Peñas, fallecido en el pasado mes de julio. Además de recordar su categoría humana y profesional como restaurador de vehículos, se haría hincapié en su apoyo y presencia en el VMV desde sus principios. La organización entregó una placa a su viuda, Yolanda Acosta, que estaba acompañada por su hija Andrea.
En primera persona
Entre cerca de quinientos vehículos y mucho público siempre le queda a uno la sensación de no haber podido ver y estar con todos. Pero, aquí y allá, surgen conversaciones, recuerdos, anécdotas.
Miguel Ángel Rubio Peña, mientras mueve la manivela de arranque de su tractor Renault de 1925 (Premio al Vehículo Industrial más Antiguo), nos cuenta que “no lo he restaurado, solamente hice unos pequeños arreglos para poder mantenerlo en marcha”. Lo de este coleccionista de Becilla de Valderaduey viene de lejos: “he vivido rodeado de tractores. Desde pequeño, cuando veía uno, me quedaba mirando, con ilusión”. Y se queja: “hay una falta de sentimiento, de cultura. Te das una vuelta por los pueblos y el noventa por ciento se ha desprendido de los objetos utilizados en el campo. Hay que recuperar la cultura de lo antiguo, hay que sentirlo como un patrimonio a conservar”.
No muy lejos del tractor, José Luis Muñoz, de Montemayor de Pililla, nos habla de su Moto Guzzi Hispania de 1955, toda una clásica de los caminos de la España rural: “era de mi abuelo, que era funcionario de Icona. Yo tengo fotos montado en ella cuando solo tenía un año y luego me ha servido para meterme en este mundo de los clásicos, conservo mi primera moto, una Mobilette, y mi primer coche, un 2 CV”.
José María Herrero, secretario del Automóvil Club de Salamanca, cuyos socios han participado en este VMV 2021 con interesantes coches como un Panther J72, entre otros, nos habla de su preocupación por el futuro del automóvil clásico, y la necesidad de defender este patrimonio:” estamos pensando en hacer un recorrido por toda Castilla y León de clásicos, para hacer visible el problema, y queremos la colaboración de todos los clubes para llevar a cabo esta acción”.
José Manuel Pérez, de Valladolid, nos cuenta que su R5 de 1973, “es uno de los tres más antiguos fabricados por Fasa Renault que sobreviven en España”. Carlos Fernández se vino con su Renault 4/4 desde León: “es un modelo que siempre me gustó mucho y el día que vi uno a la venta en León, no lo dudé”. Y el 4/4 de Jesús Arnanz, de Laguna de Duero: “es el número 346 de los fabricados por FASA, salió de la cadena en 1953 y se matriculó en marzo de 1954. No se ha restaurado, está en su estado original pues ha permanecido muchos años guardado”. Y añade con orgullo: “es uno de los primeros fabricados por FASA con componentes cien por cien españoles”.
Una historia familiar es la de la furgoneta Ebro F-275 de José María González Sutil, de Villaquejida (León): «es de 1979 y la compró mi padre a un panadero en 1985, cuando abrió una agencia Michelin, para utilizarla principalmente en servicios rurales». Tras prestar un duro trabajo, la furgoneta permanecería parada muchos años. «Sin funcionar desde 2010, se encontraba bastante deteriorada y ahora, en 2020, con más tiempo libre por el tema de la pandemia, me puse a restaurarla», nos cuenta José María que subraya el trabajo de pintura: «los logos se hicieron en su época a mano y se han conservado. El resto se lijó, pero previamente se realizaron unos negativos, y luego se ha pintado toda la serigrafía reproduciendo la original. También se ha sido fiel a las pinturas originales en todo el conjunto».
Hay coleccionistas muy rigurosos, amantes de la perfección, como Santos Aguado que trabajó durante toda la tarde del sábado, junto a su amigo Jesús Gómez en poner a punto su mono cilíndrica BMW P26 de 1955, “Premio a la Moto Más antigua”: “la carburación esta ajustada para el País Vasco y la diferencia de altura con Valladolid influye. Y quiero que funcione perfecta, que suene perfecta. Estoy aquí, hoy, para unirme al homenaje a Luis, y quiero que todo esté correcto”. El recuerdo al amigo desaparecido, a Luis Rodríguez Peñas fue una constante: su mujer Yolanda y su hija Andrea llevaron un Riley y dos motos, una Ducati y una MV, que sirvieron para recordarle. Los tres vehículos, expuestos junto a una Vespa del periodista Paco Forjas, también restaurada por el homenajeado, presentaban un aspecto impecable. Como le gustaba a Luis, recordado por un emocionado por Carlos Zaera cuando recogió su “Premio al Automóvil más Antiguo” o en el texto leído por Luis Misiego.
Público y participantes disfrazados, música cargada de recuerdos de la mano del dúo «Carretera y Manta», Valladolid Motor Vintage ha sido en esta octava edición, más que nunca, la emoción de las piezas extremadamente raras, si no únicas, la pasión por los bellos vehículos, la felicidad más palpable de compartir con amigos una pasión. Ahí, no hay duda: se comparte ilusiones y recuerdos, desde mayores que recuperan su infancia o juventud, a pequeños y jóvenes que descubren en vivo algo que solo habían visto en viejas fotografías. Cada propietario, cada vehículo es una o muchas historias.