Era el año 1963. Sonaba en las radios ‘Amor de verano’ del Dúo Dinámico, o la voz de Bob Dylan buscando la respuesta en el viento. En los cines, ‘El verdugo’ de Berlanga causaba conmoción. Y en los periódicos se podían leer noticias como la muerte de Juan XXIII o el veto de De Gaulle a la candidatura del Reino Unido a las Comunidades Europeas. Y fue el año en que John F. Kennedy caía asesinado en Dallas por las balas de…. Bueno, eso es otra historia, volvamos a la nuestra.
Aquel año Seat presenta en la Feria de Muestras de Barcelona el 1500, su buque insignia, un coche de categoría, como se decía entonces, o un premium, ese término actual que hace rechinar los dientes de los buenos aficionados a los clásicos.
La carrocería del 1500, que había sido estrenada tres años antes con el 1400 C, rompía con el pasado. Proveniente del Fiat 1800/2100, en su concepción intervendrá como autor fundamental Dante Giacosa, sin olvidar el remate de Pininfarina. Su estilo de líneas trapezoidales con colas a la moda americana, era muy diferente a las de líneas redondeadas tipo pontón de los 1400.
A diferencia de los Fiat italianos 1800/2100 con propulsores de seis cilindros, el español Seat 1500 llevaba el motor del Fiat 1500 italiano (modelo sin equivalente en la producción de Seat), un cuatro cilindros de 1.481 cc y 72 CV que posteriormente se elevarían hasta los 75 CV de potencia. Su diseño moderno y elegante, y la amplitud interior, le convierten no solo en la berlina de representación por antonomasia, sino también en el coche oficial de altas personalidades de la administración. Y de forma paulatina, será adoptado por parte de los profesionales del servicio público de toda España. En este último caso el motor de gasolina era sustituido por mecánicas Barreiros, Perkins o Matacás.
La propia Seat llegará a firmar un acuerdo con la filial de Mercedes en España y nacerán así los Seat 1800 y 2000. Seat enviaba las carrocerías a la planta de Cispalsa, más tarde llamada Mevosa, donde se montaban los motores diésel de la firma alemana construidos Barcelona, y luego volvían a la fábrica de la Zona Franca para su terminación y posterior envío a los concesionarios de la marca
Y ahí entra en juego nuestro protagonista, la recreación de un Seat 1500 taxi de Valladolid llevada a cabo con enormes dosis de cariño y muchos meses de trabajo por Luis Misiego.
El taxi 1500 de Luis Misiego no solo busca revivir un símbolo del paisaje urbano de los años sesenta y setenta. En realidad es un homenaje a su padre Alfonso: «Tras ser chofer de Abastecimientos y Transportes, se hizo taxista, primero conduciendo el Peugeot 202 de una señora y luego ya comprando su primer coche, un antiguo Chenard and Walker». A este automóvil francés le siguieron después varios Seat: «Un 1400 A, luego un 1400 C al que yo mismo le cambié el motor de gasolina por un Perkins diésel, y más tarde un 1500, terminando su trayectoria profesional con el 124», nos cuenta Luis, al tiempo que narra anécdotas de los viajes que hacía su padre a Barcelona y Madrid, hace sesenta años, o de la parada de taxi en el Teatro Calderón.
Luis Misiego ha partido de un Seat 1500 matriculado el año 1967. Si bien se encontraba en un buen estado, su medio siglo de vida ha exigido un trabajo cuidadoso. Así, el 1500 fue desmontado en su totalidad. La carrocería desnuda permitió ir descubriendo los puntos de óxido para su reparación: «llevaban una esponja para insonorizar pero que tenía el inconveniente de recoger la humedad y así se convertía en una fuente de oxidación, por eso hubo que sanear mucho zonas como las ventanillas», nos cuenta Luis Misiego que añade «igualmente se ha tenido un especial cuidado con los anclajes del motor y las suspensiones».
Otro aspecto en el que se percibe el buen trabajo de restauración es el que afecta a los revestimientos de puertas y techo, y al tapizado de los asientos, siempre manteniéndose fiel al original. Igualmente se revisó y reparó el motor y se ha tenido especial atención con los elementos claves en cuanto a seguridad como frenos, suspensiones o dirección.
Llega la hora de sentarse en los amplios y mullidos asientos, el delantero corrido: el 1500 era un seis plazas, con la zona central delantera libre ya que la palanca de cambio va en el volante. Este, en comparación con un automóvil moderno, resulta de gran tamaño y con un aro muy fino. Todos los mandos del salpicadero funcionan a la perfección, al igual que la radio «que hemos reconstruido empleando piezas de otra igual», señala Misiego. Parece que al apretar el botón vamos a escuchar voces de otras épocas como las de la locutora vallisoletana Rosita Martín con su inolvidable «Pajarín Azulín».
Pero lo que más llama la atención es el característico taxímetro: «es una unidad que tenía mi padre, puede tener más de setenta años, estaba conectado por cable a la caja de cambios y se ha reconstruido y niquelado. Baja la bandera y verás como funciona…» nos indica lleno de orgullo su propietario.
El 1500 ya arrancado emite el sonido redondo de un motor con una buena puesta a punto: «tenía 90.000 kilómetros y estaba muy cuidado, así que no ha hecho falta abrir. Eso sí, se ha hecho una puesta a punto a fondo y se ha revisado el embrague». Manejado por su propietario con soltura, y eso que no lleva dirección asistida, nuestro taxi recorre las calles de Valladolid entre muchas miradas de asombro, en unos casos, o de añoranza en otros,
Tras la sesión de fotos en la Plaza Mayor (con la benevolencia de la policía municipal), nos lanzamos a la carretera. El 1500 se mueve con soltura por la autovía, manteniendo sin problema un crucero de 110 km/h. Ya en zona de curvas si se deja notar el peso y el balanceo de la carrocería debido a las blandas suspensiones.
«Ya le hecho cerca de cuarenta mil kilómetros, incluyendo viajes largos hasta Biarritz, por ejemplo, con otros aficionados a los clásicos, y no he tenido ningún problema», nos cuenta Luis Misiego, que manejando con habilidad volante y pedales, y con una sonrisa en el rostro, nos lleva en esta «carrera» (hablando con fidelidad al lenguaje del mundo del taxi) hacia el inolvidable recuerdo de hace más de medio siglo.