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Mini Cooper SE, eléctrico sin renunciar a la diversión

Decir que el Mini Eléctrico es demasiado caro es desviar el debate. Obviamente, pedir un mínimo de 34.200 euros (sin descontar las ayudas) por un automóvil tan pequeño no es muy razonable, pero al igual que sus hermanos térmicos, el Cooper SE también ofrece su cuota de personalizaciones por fuera y por dentro y eso se nota en la factura. A los muy pragmáticos esto les puede parecer inconcebible, pero todo esto en realidad contribuye al encanto de este modelo para muchos usuarios.

También le perdonarán su estrecho habitáculo en la parte trasera, su pequeño maletero (no pierde nada de capacidad respecto a un térmico) y su atípica ergonomía.

De hecho, si la pantalla táctil central es fácil de manejar, la gran cantidad de botones a bordo requiere tiempo para adaptarse. Pero, ¿los clientes habituales de la marca estarán felices de usar este eléctrico? Esa es una historia completamente diferente. De un Mini esperamos, ante todo, diversión al volante. Si le falta el sonido tradicional del escape, que compensa con un silencio total (excepto en ciudad donde a baja velocidad, la legislación obliga, un ruido como el de un transbordador espacial advierte a los peatones) el Mini Electrico resulta bastante divertido de llevar, no defrauda. La dirección te hace sentirte como en un kart y las aceleraciones resultan muy brillantes. Eso sí, si pisamos a fondo en carretera mojada, a las ruedas delanteras les resulta difícil digerir todo el par motor que llega de inmediato.

Aceleraciones vivas, adelantamientos seguros garantizados gracias a la unidad eléctrica que desarrolla 184 CV y ​​sobre todo 270 Nm de par motor entregado al instante, este coche urbano sobre la marcha sin duda ofrece sensaciones diferentes a las de sus hermanos térmicos, pero conserva el espíritu de la casa. Este lado divertido se ve reforzado por la conducción de «un pedal», algo que es posible gracias a la potente frenada regenerativa. Todo lo que tienes que hacer es soltar el acelerador poco a poco para poder frenar sin tocar los frenos.

Es molesto al principio, luego terminas enredado en el juego. Las únicas reservas, este ejercicio requiere tiempo para acostumbrarse y delicadeza al soltar el pedal, especialmente con pasajeros a bordo, porque de lo contrario, aquellos con estómagos sensibles, pueden molestarse. Pero esto no es ningún problema pues es posible reducir la fuerza de este frenado regenerativo para que la conducción sea más tradicional presionando un botón basculante dedicado en la parte inferior de la consola central. Pero en este caso, la duración de la batería se agota más rápido, lo que claramente es el principal punto débil de este Mini.

La autonomía homologada según el ciclo WLTP, es de 234 kilómetros (consumo combinado: 17,6 – 15,2 kWh/100 km) y en cargadores rápidos puede “llenar” hasta el 80% de la batería en 35 minutos.

Pero vamos a nuestra experiencia al volante de un Cooper SE cedido por el concesionario BMW Mini Fuenteolid.  A lo largo de cuatro días y en recorridos urbanos y periurbanos, con una conducción tranquila, -hemos tenido un consumo medio de 16,1 kWh a los 100 kilómetros y -una autonomía real entre 170 y 180 kilómetros. Si en términos absolutos, como revela nuestra prueba, el radio de acción de este coche urbano es ampliamente suficiente para el día a día, su batería ofrece una capacidad demasiado limitada (28,9 kWh útiles) para plantearse viajes medios o largos. En autopista la recarga es obligada (terminal rápida posible, pero potencia máxima aceptada 50 kW) ¡después de poco más de cien kilómetros!

Lo importante es tener claro para que queremos un coche eléctrico. Y el Mini Cooper SE, con su planteamiento, nos parece bastante más racional que andar “transportando” centenares de kilos de batería en un coche de gran tamaño para, al final, movernos por una ciudad y su entorno.

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