El segmento de las berlinas entre 4,75 y 4,85 metros es difícil, tiene una clientela exigente y rivales de muy alto nivel. Para afrontar este panorama los diseñadores de Peugeot han pasado de la idea de la berlina clásica con maletero a una berlina coupé de cinco puertas, y esto tiene sus efectos.
Es 8 centímetros más corto (4,75 m) y 6 más bajo (1,40 m) que su antecesor. Así se aleja de un Volkswagen Passat (4,77 m y 1,46 m) o de un Renault Talisman (4,85 m y 1,46 m) y conecta más con la idea del Audi A5 Sportback (4,73 m y 1,39 m). El resultado visual es que nuevo 508 ofrece la presencia y la agresividad que espera un usuario de alto nivel, más individualista que familiar, más joven que el de la generación anterior y para el que las plazas traseras no son tan importantes como el estilo o las sensaciones que desea trasmitir y sentir. Así la distancia libre al techo pierde unos tres centímetros y el espacio para las piernas un centímetro y medio. Las dimensiones más compactas se traducen igualmente en un maletero de 487 litros en lugar de 515, pero el portón (con sistema de apertura eléctrica) hace mucho más fácil y cómoda la carga y descarga de objetos grandes la carga y descarga de objetos grandes.
Desde que abrimos la puerta, el 508 sorprende, y esto es en sentido literal pues el cristal, como el de un coupé, no lleva marco. Continua esta sensación de algo diferente ante el puesto de conducción que parece salir directamente de un prototipo de salón (de un concept car como se dice ahora). Más allá del efecto sorpresa, este salpicadero reafirma la voluntad de Peugeot de cuidar la forma sin olvidar la realización. Los materiales trasmiten calidad, a la vista y también al tacto, y con ajustes cuidados.
Sorprende y seduce, con un volante con la parte superior e inferior planas, una pantalla instrumentación en posición elevada, por encima de ese volante, y una ancha pantalla, tipo tablet táctil multimedia orientada hacia el conductor.
La pantalla multimedia permite acceder fácilmente a todas las funciones propuestas gracias a los botones estilo tecla de piano: es un buen tanto en ergonomía en cuanto nos hemos acostumbrado a su posición totalmente horizontal. La reactividad de la pantalla se agradece tanto como los relojes de los asientos, por cierto equipados de longitud de banqueta modulable.
Los espacios para guardar objetos son numerosos, a falta de ser todos espaciosos, y cuatro puertos USB son accesibles (dos bajo el arco situado por debajo de la palanca de cambio, dos en la parte posterior). Detalle práctico: en la pequeña tapa situada a la derecha de la mini palanca de cambio, un agujero permite unir un Smartphone mediante un cable a la toma USB que gestiona los datos.
En definitiva, en las plazas delanteras se viaja en primera clase.
En cuanto a equipamiento, se puede elegir entre cinco niveles: Active, Active Business, Allure, GT Line (que corresponde al modelo probado) y GT.
Entre los sistemas de ayuda a la conducción un sistema de visión nocturna (de entre 200 y 250 m de alcance) que resulta práctico, la visión de 360 grados mediante cámaras y el asistente de aparcamiento semiautomático que actúa sobre dirección, acelerador y freno. A esto se suma el programador activo de velocidad, los sistemas de centrado y mantenimiento en el carril, el frenado de emergencia con detección de peatones y el aviso de vehículos en el ángulo muerto de los retrovisores. También tiene función de lectura de señales de tráfico y cambio automático entre luces cortas y largas.
Al volante, al contrario de las apariencias, el nuevo 508 juega la baza de compromiso. Es decir que no cae en una caricatura de deportividad exacerbada, y eso se percibe desde los primeros metros. Suave precisa e informativa, la dirección ofrece al conductor la sensación de control que se espera de una berlina de su categoría sin por ello ser demasiado directa. El resultado seduce pues encanta tanto en las carreteras sinuosas, en las que se sabe siempre donde se encuentra el tren delantero, como en las autopistas y sus amplias curvas, donde la consistencia, la sensación de ir en un tren sobre raíles, está presente.
Esta capacidad para moverse bien en marcos tan diferentes se debe evidentemente a su logrado chasis. Descansando sobre la plataforma EMP2 con un tren posterior específico, el 508 ofrece un delicado compromiso entre confort y comportamiento, sobre todo cuando, como era nuestro caso, contaba de serie con las llantas de 18 pulgadas y la eficaz amortiguación pilotada que se puede hacer variar mediante el botón para programar los modos diferentes de conducción.
Si el reglaje de esta amortiguación se muestra demasiado blando en modo Confort, resulta justo en el Normal, y no va demasiado lejos, es decir, que no resulta excesivamente firme en el Sport, que controla el balanceo de la carrocería sin castigar nuestros riñones. Además en este modo Sport la dirección es más consistente e informativa, y la respuesta del acelerador y de la caja de cambios automática EAT8 de convertidor de par, resulta más reactiva. Y en cuanto a la frenada, es muy buena, con distancias cortas y sin perder la estabilidad.
Hay dos motores de gasolina ( 1.6 Puretech 180 de 181 CV, y 1.6 Puretech 225 , de 224 CV)— y tres diésel (1.5 BlueHDi 130, de 131 CV; 2.0 BlueHDi 160 de 163 CV; y 2.0 BlueHDi 180 177 CV). Todas tienen cambio automático de ocho velocidades; solo la Diesel de 131 CV puede tener también uno manual de seis. Bajo el capó de nuestra unidad de pruebas late el BlueHDi 180.
En este cuatro cilindros las vibraciones se han controlado bien y se hace discreto a velocidad estabilizada aunque gruñe cuando en carreteras con muchas curvas pisamos a fondo. Las buenas formas del cambio añaden suavidad a la utilización, a pesar de algunas brusquedades en ciudad. Y como el 508 es ágil, se disfruta mucho conduciéndolo, cualquiera que sea el estado de la calzada y el ritmo adoptado.muchas curvas pisamos a fondo. Las buenas formas del cambio añaden suavidad a la utilización, a pesar de algunas brusquedades en ciudad. Y como el 508 es ágil, se disfruta mucho conduciéndolo, cualquiera que sea el estado de la calzada y el ritmo adoptado.