El retrovisor

Monza, sábado 5 de septiembre de 1970

Monza, es  la mañana del sábado 5 de septiembre de 1970 y se están disputando los últimos entrenamientos oficiales cara al Gran Premio de Italia. Los mecánicos trabajan en el coche de Rindt, el Lotus 72 al cual le han retirado  el alerón para mejorar la velocidad punta. El austriaco es líder del mundial y está dispuesto a sentenciar el campeonato en el autódromo italiano. Arranca el motor y se lanza en busca del mejor tiempo al volante de su monoplaza rojo y dorado, los colores de Gold Leaf  patrocinador del equipo de Colin Chapman.

 “Un pañuelo de lunares rojo y blanco , un pantalón rosa y  un Jaguar E; un snob”. Así define Piers Courage  su primer encuentro con Jochen Rindt , en una carrera de Fórmula Junior en Budapest un domingo de otoño lluvioso de 1963. Más tarde será uno de lo  mejores amigos de aquél piloto de rostro largo y frío, y  un  característico aire mezcla de arrogancia, determinación  y  tristeza.

El padre de Rindt , alemán , era dueño de una importante empresa relacionada con las especias. Su madre, una abogada austriaca. Es 1943; Jochen tiene tan solo quince meses de edad cuando sus padres mueren en los bombardeos de Hamburgo. Huérfano y dueño de una importante fortuna, la empresa es puesta en manos de un administrador y del pequeño se hacen cargo en Austria  sus abuelos maternos.

El joven crece en un hogar acomodado, pero su adolescencia es bastante agitada. Más que  los estudios le gusta entablar improvisadas carreras con los amigos en scooter e incluso con coches tomados “prestados” del garaje familiar. Su abuelo, un reconocido abogado, ha de emplear todas sus influencias para sacarle de la comisaría en mas de una ocasión. A los 18 años ya tiene carné de conducir y le regalan un Simca Monthlery. Se lanza a competiciones oficiales, a carreras en cuesta primero y después a los circuitos donde los Alfa Romeo Giuletta Ti dictan su ley, y convence a su abuela, que acaba de quedarse viuda, para  que le compre uno de ellos.

A los 21 años ya puede tomar el control de su empresa familiar y disponer de una importante fortuna. Se compra un Fórmula Junior (la Fórmula 3 de la época) y gana en su segunda carrera. Un año después corre en Fórmula 2 con un Brabham y vence en el London Trophy en Crystal Palace  por delante de Graham Hill.  Rob Walker, miembro de la familia propietaria de los whiskeys Johnny Walker y  dueño de un equipo privado de Fórmula 1, se ha dado cuenta desde hace tiempo que el joven y arrogante austriaco no solo tiene dinero, sino también talento,  y en agosto de 1964   le ofrece  un Brabham para correr el Gran Premio de Austria.  Rindt asombra; va tercero cuando tiene que abandonar.

A principios de 1965 Jochen le insiste a Walker que le firme un contrato  para toda la temporada pero este le da largas. Sin saberlo Rindt, Walker le está  haciendo un favor pues  está al tanto  que la petrolera BP quiere llegar a un acuerdo con Cooper para que el austriaco sea su piloto oficial y no quiere , de forma muy honesta, cerrarle las puertas. Rindt firmará por tres años con Cooper. Ese año las cosas parecen irle bien; logra dos segundos puestos en la F1, gana de forma sorprendente  las 24 Horas de Le Mans, con un Ferrari,250 LM del equipo NART,  junto al americano Gregory, y decide que haga las funciones de manager su amigo Bernie Ecclestone, un antiguo piloto con pocas dotes para el volante pero parece  que avispado para los negocios….

Pero en 1966 el equipo Cooper, ahora con unos desfasados motores Maserati,  inicia un declive imparable. Excepto en Spa, donde Rindt domina la carrera bajo la lluvia torrencial hasta que en las últimas vueltas, por problemas mecánicos, le supera Surtees y su Ferrari.

En 1967 su única satisfacción será la boda  con la bella modelo finlandesa Nina Lincoln , hija de un antiguo piloto. Lo demás son roturas mecánicas y ganas de salir de un equipo donde la atmósfera es irrespirable. En el Gran Premio de los Estados Unidos , cuando vuelve a pie al box tras romper, le explica a su mecánico (un tal Ron Dennis) que “el motor se calentaba, la presión del aceite bajaba  y para estar seguro, he pisado el aclerador hasta 12.000 rpm…” Roy Salvadory, el patrón de Cooper, oye la conversación y no le deja pilotar en el resto de la temporada.

Ya nadie cree en el austriaco, excepto Jack Brabham que no olvida la carrera de Spa del 66 y le contrata para 1968. Pero los motores australianos Repco de los Brabham se rompen uno tras otro.

En 1969 Colin Chapman, el patrón de Lotus, le ofrece un volante.  Rindt se resiste al principio ya que por un lado se entiende de maravilla con Brabham, y por otro no le gustan los Lotus, por su fama de frágiles y peligrosos. Al final firma ;  “si Brabham me hubiera ofrecido la mitad de dinero que Chapman, me habría quedado con él”, comenta.

En 1969 hace casi todos los mejores tiempos en entrenamientos, gana el Gran Premio de los Estados Unidos, es segundo en Italia y tercero en Canadá. Pero no está contento en el equipo. Comentarios como “Stewart será campeón del mundo pues su coche no se desintegra como los nuestros” no contribuyen a que sus relaciones con Chapman sean excesivamente fluidas. Sin embargo  el austriaco tenía motivos para hablar así desde la cama de la clínica Soler Roig de Barcelona tras sufrir un grave accidente en el Gran Premio de España, en Montjuich, cuando el alerón de su Lotus  49 se dobló por la mitad y se estrelló contra el coche de su compañero Hill, al que le había sucedido lo mismo dos vueltas antes.

Para 1970 Chapman le retiene en el equipo con la promesa de proporcionarle  un coche revolucionario, el 72. Y  en efecto el adjetivo no es exagerado; su línea de cuña y los  radiadores situados en los laterales marcan un antes y un después en la F1. Pero es muy delicado; en el Gran Premio de España, en el Jarama,  Rindt se sale al romperse uno de los frenos. En Mónaco corre con el viejo 49 y gana, pero vuelve con el 72 en Spa, donde ahora es la suspensión la que se rompe. Rindt está muy preocupado por el peligro de estas roturas y le dice  a Ecclestone que llame por teléfono a Chapman y le pida que refuerce algunas piezas. La  respuesta de este último es contundente; “Mientras que usted no tenga ningún diploma de ingeniero, no tiene ningún consejo que darme” .

Tras varios mejoras, el 72 retorna en el Gran Premio de Holanda , en Zandvoort, y Rindt gana, un triunfo triste pues al bajarse del coche se entera que su íntimo amigo Piers Courage se ha matado. Hacía pocos días que había desaparecido Bruce Mclaren y Nina no puede más; quiere que Jochen le prometa que a final de temporada dejará la competición. Ese verano Rindt está imparable y vence en los grandes premios de Francia,  Gran Bretaña y Alemania. Tan solo se le ha escapado el de Austria, pero lidera el  mundial cuando llega el Gran Premio de Italia en Monza.

Peter Warr, manager de Lotus, aseguraba que el viernes por la noche, durante la cena, Rindt estaba convencido en prescindir de los alerones, algo que habían probado esa tarde, para mejorar la velocidad punta. Sin embargo el piloto John Miles, compañero de equipo de Rindt, ha señalado que Chapman le dijo que le quitaría los  alerones de su coche como se había hecho con los de Rindt. Miles cuenta como de la noche del viernes al sábado no pudo conciliar el sueño pues consideraba que el 72, que ya había probado  con esa configuración durante una vuelta a última hora de la tarde ,  “era el coche mas terrible que había conducido en su vida”. Sin embargo Chapman le dijo que se lo quitaría el sábado “pues era la única forma de ir más deprisa”

El sábado Miles llega al circuito y se encuentra su coche sin el alerón. Espera a que le llenen  los depósitos pero escucha el silencio, una extraña sensación en una pista de carreras: los entrenamientos se han suspendido: un monoplaza rojo y oro se ha estrellado en la Parabólica.

Nina Rindt sujeta el cronómetro, pero ya no lo mira, el tiempo ya no tiene sentido para ella, en realidad, el tiempo se ha detenido.

Dennis Hulme contaba que había visto frenar el Lotus 72 del austriaco en la Parabólica, zigzaguear y de pronto salir lanzado hacia la izquierda contra el guardaraíl ¿Una rotura en el sistema de frenada, un desequilibrio aerodinámico?

Al final de la temporada Nina Rindt recoge el trofeo de Campeón del Mundo que había logrado Jochen, el único campeón a título póstumo.

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