Los usuarios de Twitter y seguidores de la DGT gozamos de la enorme variedad de sorpresas que nos deparan los jardines multicolores de esta institución, por intentar ser lo más fino posible al decir eso de los jardines en los que se meten, con muy, muy poco acierto y alguna que otra patada al sentido común. Un ejemplo. Dice un twit de @DGTes, que “el tiempo que tarda un vehículo en detenerse depende de: la velocidad, capacidad de frenado del vehículo y reflejos del conductor”. Hasta aquí todo bien, pero en un cuarto punto afirma “Distancia de seguridad con el vehículo de delante”. Vamos a ver. Quiere esto decir que cumplidos los tres parámetros anteriores, la distancia de frenado de mi coche, al final, dependerá de si voy a una distancia de 30, 60 o 100 metros del vehículo que me precede. Lo que según este sesudo razonamiento un vehículo frenará más y mejor si no lleva a otro vehículo delante. Bastante absurdo, verdad.
Podía citar otros muchos ejemplo similares, pero antes de centrarme en el último jardín de la DGT en la red del pajarito y dada la importancia de frenar bien, me detengo en este asunto.
He asistido a números cursos de conducción con grandísimos expertos y las profesores de los cursos siempre me han dicho lo mismo de su experiencia docente en el volante. “Lo que peor hacen los conductores es frenar”, algo que siempre he compartido y que en más de una ocasión, en escritos o tertulias sobre seguridad, me ha permitido afirmar y apoyar. que muchos accidentes se podrían haber evitado si los conductores implicados hubieran sabido frenar con eficiencia y determinación.
De tiempos de Maricastaña, cuando tomé por primera vez un volante en mis manos, me aconsejaron que había de frenar con suavidad. Eran tiempos de neumáticos podo eficientes, frenos de zapata tendentes a bloquear y frenada errática, suspensiones y amortiguación muy mejorables y carreteras con asfaltos, o peor adoquines, deslizantes. La DGT se ha quedado en ese Maricastaña y en alguna que otra publicación en Twitter aún sigue recomendando frenar con suavidad, lo que contribuye a que el subconsciente de los conductores, les advierta que frenar con energía sea todo un peligro, en vez de un acto de seguridad. No digo que cada vez que queramos reducir la velocidad peguemos un zapatazo al pedal del freno, que en muchas ocasiones, si hacemos una correcta conducción, ni siquiera sería necesario tocar ese pedal. Pero con las cualidades del sistema de frenos actuales y sobre todo con sus actuales ayudas electrónicas, cuando las circunstancias requieren una retención inminente, lo más eficiente y seguro es frenar con la mayor energía posible, para evitar un choque o minimizar los efectos de un alcance contra otro vehículo o un obstáculo. Y mientras el sistema de frenado cumple su función, de detener el vehículo, buscar la salida más favorable. Si así lo hacen lo más probable es que eviten un accidente.
Pero vamos con la última perla de la DGT en Twitter. En su obsesión con la velocidad y apelando a nuestro bolsillo, la DGT dice con la mayor contundencia: “El consumo ideal de combustible se da a 90 km/h. Si aumentas a 120 km/h, el consumo se incrementa un 30%”. Así, sin despeinarse. Quizá haciendo el cálculo de 120 menos 90, 30 y así transformando esta cifra en un porcentanje absurdo, porque otros argumento no es posible.
Para comenzar no existe un consumo ideal y cada velocidad puede tener su consumo ideal en función de muchos factores y el más importante no es ni la velocidad ni el vehículo, es el conductor.
Pero evidentemente, la energía que necesitamos para mover un vehículo depende de la masa del vehículo y la velocidad que queramos alcanzar, pero la aplicación de ese principio de la mecánica de movimiento no lo podemos reducir a la simple aplicación de la fórmula matemática y si hiciéramos una traslación de la afirmación de Tráfico entraríamos en un completo absurdo. En cualquier caso la afirmación de ese supuesto incremento del consumo en un 30% al pasar de 90 a 120 kilómetros por hora es una auténtica falacia que no se sostiene en ningún caso y existen numerosos estudios y pruebas reales que lo desmienten. Hoy, ningún turismo que por ejemplo tenga un consumo de 6 litros cada 100 km a 90 km/h, consumiría en las mismas circunstancias de trayecto 7,8 litros a 120 km/h. El intento de engañar es aún más grotesco si observamos la imagen que crearon en la DGT para ilustrar el twit. Junto al velocímetro componen una imagen de un supuesto cuentarevoluciones o tacómetro y resaltan en rojo el incremento de régimen del motor, desde menos de 4.000 r.p.m. a 6.500 r.p.m. para alcanzar los 120 km/h. Aquí, el animo de engañar casi raya en lo grotesco y burdo.
Sería bueno y de mucho agradecer, que la DGT no se metieran en algunos jardines, sin antes tener muy, muy claro el mensaje que pretenden transmitir, para no confundir a los conductores o incluso engañarles, no se sabe con qué oscuras intenciones. He puesto dos ejemplos, pero hay muchos más e igual de sangrantes y absurdos.