Es indiscutible que vivimos una verdadera fobia respecto al automóvil por parte de los responsables políticos.
Hoy (mañana ya veremos si no va más allá …) esta fobia se manifiesta en las ciudades. Hay que expulsar el automóvil de sus calles y una de las armas que se está utilizando es la bicicleta. Basta con pasear estos días por las calles de Valladolid, ciudad en la que vivo, para ver como han proliferado aparcamientos para bicicletas restando espacio al aparcamiento de los automóviles cuando esto se podría haber resuelto de forma diferente. A esto se suman las anteriores modificaciones del tráfico, creando carriles bici por donde antes pasaban coches: ahora casi se reparten muchas calles al cincuenta por ciento logrando que la circulación fluida anterior a los cambios, ahora se convierta en un tráfico lento, con repetidas paradas, es decir, que se consume más combustible y, por ende, se contamina más.
Eso sí, se anuncia con paneles el número de bicicletas que circula por uno de esos carriles, el situado en el paseo de Isabel La Católica. Un pasajero por bici… pero no se dice cuantas personas, igual de ciudadanos, viajan en coche. Y queda la duda si el objetivo era construir una vía para bicicletas (una buena idea) o, más bien, quitarles una vía a los automóviles, aunque esto suponga molestias, más emisiones y, lo que es peor, peligro para todos (incluidos los ciclistas). Esto que les cuento, es aplicable a muchas ciudades.
Hay que reconocer que el “lobby” ciclista lo ha hecho bien. Ha convencido a propios y extraños que la solución a la movilidad está en la bicicleta. Un escaparate de esto son las “fiestas de la bici” que se llenan tanto de convencidos (que tienen todo el derecho, pero son los menos) como de otros muchos que, simplemente, ven eso, una fiesta de domingo…, y el lunes vuelven al trabajo, a llevar los niños al colegio, a viajar o a ir de compras en el “odiado” automóvil. Y es que ir cargado, subir cuestas o aguantar frio o calor se hace mejor dentro de una cómoda carrocería y con un motor que evite esfuerzo. Pero ahí quedan las imágenes de la fiesta y los políticos hacen sus números y buscan como pescar votos…
Y, lo que es sorprendente, hay fabricantes de automóviles que apoyan directa o indirectamente estas campañas, estas operaciones de expulsión del automóvil de la ciudad sin pensar que hoy se expulsa a los que no tienen etiqueta, mañana a los diésel y gasolina con etiqueta, y pasado quizás también a los eléctricos…
No estoy en contra de la bicicleta. En determinadas situaciones y entornos puede ser un excelente medio de transporte, como lo es también un fantástico vehículo para el tiempo de ocio, para el deporte.
Pero perseguir al automóvil tal como se está haciendo, es pura demagogia, un verdadero engaño, es ignorar todo lo que nos aporta en cuanto a movilidad real.
Lo preocupante es que, quizás, la fobia de determinados colectivos por el automóvil es simplemente el deseo de destruir el derecho a la movilidad, a comunicarse, algo que hace más libres a los ciudadanos, menos manipulables….