Pruebas y novedades

«Descarbonizar para producir más», por Francisco del Brío

Leo en un comunicado de Ifema, en relación con el Congreso & Expo de Faconauto, unas de declaraciones del presidente de esa entidad madrileña, José Vicente de los Mozos, además de vicepresidente ejecutivo de Producción y Cadena de Suministro del Grupo Renault y su alianza internacional y presidente de Renault España, es decir toda una autoridad en el sector de automoción, referencias para mi superadas y supérfulas, porque personalmente puedo decir que tras más de 40 años trabajando en este sector, creo que de los Mozos, está entre los mejores profesionales  mundiales del sector de automoción que he conocido y en las manos me sobran dedos para contarlos. Cualidades profesionales que sólo son superadas por las personales. Dejada aclarada mi admiración por su persona, quiero comentar primero mi humilde apoyo a la necesidad de un plan de descarbonización, como él mismo solicitó al Gobierno, aprovechando que en la inauguración del citado Congreso se encontraba la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, pero no su método. El plan propuesto por el señor de los Mozos consiste en renovar el parque automovilístico, es decir dar de baja los coches más antiguos para renovarlos por coches eléctricos e híbridos enchufables. Un plan que claramente beneficia fundamentalmente a la industria del automóvil.

Mi segundo comentario, deriva de otra de las declaraciones del señor de los Mozos, quien dice que el 92% de las emisiones de dióxido de carbono corresponde a vehículos de más de 10 años de antigüedad. Aquí me queda la duda de si ese porcentaje se debe a que evidentemente el parque total nacional hay muchos más automóviles con mas de10 años de antigüedad, que con menos de 10 años. Según los datos que he podido comprobar de varias asociaciones del sector, en la actualidad en España hay prácticamente un 70% de automóviles con más de 10 años y si tenemos en cuenta que los realmente más viejos, con más de 20 años, sí son grandes emisores de CO2, no es tan relevante el dato del 92%.

Entonces, cuando se dice que hay que dar de baja a los coches más antiguos, creo que se debería ser más explícito y concreto, como marcar un tope de emisiones mínimas y en relación al peso del vehículo, y, si llegado a un acuerdo, directamente obligar a la baja de esos coches de muy alta contaminación. Porque si no es así es muy posible que el resultado final fuera contrario al plan de descarbonización, con el que se pretende mejorar las condiciones ambientales. Porque no tengo nada claro que un coche eléctrico y un híbrido enchufable sean más sostenibles ambientalmente que un coche actual con un motor térmico. Y en este punto quiero poner un ejemplo personal. En mi entorno familiar, padres e hijos, tenemos tres coches, uno de gasolina, con 15 años de antigüedad (etiqueta C) y otros dos híbridos enchufables (etiqueta Cero) y tengo comprobado que el primero consume bastante menos gasolina que los pretendidos ecológicos, cuya principal ventaja es tener acceso a zonas restringidas y aparcamientos controlados. Y  todo ello sin tener en consideración la huella de carbono de la electricidad consumida para recargar las baterías de los dos híbridos, en cuyo caso la ventaja del coche térmico sería apabullante.

¿Por qué se produce este evidente hecho? Hay varios factores, pero el primordial es que el coche térmico, con un consumo muy aceptable y generando una potencia de 160 caballos de potencia, pesa 1.250 kilogramos, mientras que los dos coches híbridos, ambos superan los 2.000 kilogramos. Es sabido que el combustible que cargamos en los depósitos de los coches con mecánica térmica se usa en algo más del 90% para mover el propio coche. Pues bien, en los coches eléctricos e híbridos este porcentaje se dispara. Es decir que estamos consumiendo energía fundamental y simplemente para mover los automóviles y que cuanto más teóricamente ecológicos son, está incongruencia se hace mayor. Lo que pone de manifiesto es, primero que el automóvil no es precisamente un medio de locomoción eficiente energéticamente, algo que ya sabíamos, y segundo, que para trasportar, por ejemplo dos personas, consumimos menos energía fósil y por tanto contaminamos menos si lo hacemos en un coche térmico, simplemente porque movemos mucha, pero mucha menos masa, que si lo hacemos en un coche con etiqueta Cero. Mover entre 700 y 900 kilos más tiene un coste muy alto en el consumo y las emisiones.

Se puede aún rizar el rizo. Que sucedería si cambiáramos un coche térmico, como el de mi caso, por otro híbrido enchufable. Primero, como ya ha quedado claro no mejoraríamos el consumo y las emisiones y, secundariamente, produciríamos una chatarra, con un coste energético por su reciclaje y lo que es mucho más grave, habría que construir un nuevo coche que dejaría una enorme huella de carbono, desde la extracción de las materias primas hasta el último paso de fabricación. Huella que nunca se recuperaría. Al margen del consumo innecesario de materias primas, algunas tan escasas como los metales raros, que también degrada el Planeta.

En este proceso de descarbonización, achatarramiento y la necesidad de fabricar nuevos vehículos, ¿quién se beneficia?, únicamente la economía, por mantener la producción, que por supuesto es un argumento más que aceptable. Pero por favor, que nadie me diga que lo hacemos por el medio ambiente, porque sin duda, la amenaza climática fundamentalmente se ha convertido en una nueva oportunidad de negocio.

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