CompeticiónEl retrovisor

François Cevert: «sabreís donde estoy»

Montlhéry es el circuito de París y parte de la historia del automovilismo. Allí, a principios de los años sesenta, todos los fines de semana había carreras de coches y motos, de todos los niveles que atraían a participantes, familiares, amigos y aficionados. Entre ellos, dos jóvenes bien parecidos, un chico y una chica que, con su Vespa regalo de cumpleaños, acudían al circuito  desde su domicilio en la avenida de Jean-Mermoz de Neuilly . Eran los hermanos François y Jacqueline Goldenberg, hijos de un conocido joyero parisino. Quizás este nombre no diga mucho al aficionado pero si anotamos que su madre utilizaba el nombre de Cevert cuando pertenecía a la Resistencia, poco a poco la puerta de esta historia se empieza a abrir.

En Montlhéry entablan amistad con un piloto, entonces de motos, llamado Jean Pierre Beltoise que les introduce más en el tema de las carreras. Una Morini y luego una Norton 500 reemplazan a la Vespa, y en contra de los deseos paternos, Françoise se inscribe en una carrera de motos, rompiendo el motor cuando ocupaba la sexta plaza. Si bien  Beltoise le anima a continuar, la experiencia no tendrá segunda parte.

Ken Tyrrell en 1971, a la puerta del histórico taller del equipo

Y es que  a nuestro protagonista lo que le gustan son los coches. En  1964 la revista sport Auto y la emisora de radio Europa 1 ponen en marcha una copa de promoción. Cevert ve en ello una buena oportunidad pero  su padre utiliza toda su amistad con el presidente del AGACI (el club que organiza las carreras en el circuito parisino) para que François no sea admitido. Luego llegará el servicio militar y las carreras siguen siendo un sueño. En 1966 su amiga Nanou le anima a inscribirse en la escuela de pilotaje Winfield, en Magny Cours, ganando la prueba con la que se cierra el curso, por delante de Patrick Depailler. El premio es un Alpine de Fórmula 3, bastante usado, más un simbólico presupuesto para empezar a correr en el Campeonato de Francia de F3 de 1967. Los dos hermanos hacen lo inimaginable para poder situar el coche de François en la parrilla de salida en cada carrera, sin apenas dinero, mucha inexperiencia…y el veto paterno. Aún así logra dos cuartos puestos.

En 1968, año en que  Jacqueline se casa con Jean Pierre Beltoise, Cevert, hábil con las relaciones públicas, logra apoyo financiero  para comprar y correr con un Tecno F3. Mientras le llega el coche, convence a Jean Redelé , el creador de los Alpine, para que le contrate como vendedor. Se trata de ganar algo de dinero para correr  pero no se le da nada bien este trabajo; el único coche que vende es al célebre periodista  Gerard Crombac, fundador de Sport Auto.

El 6 de mayo de 1968 por fin su Tecno ya está preparado y gana su primera carrera el 12 de mayo en Montlhéry. Sin embargo ese lunes 13 los periódicos se ocupan poco del deporte; acaba de estallar la famosa revuelta parisina de Mayo del 68.

Cevert al volante del Tyrrell 006 en Montjuïch, el Gran Premio de España de 1973

Quizás las circunstancias sociales o el hecho de que François obtiene ya éxitos en La Chatre, o en el Jarama, y que gana sus primeros premios en metálico, hacen que su padre tire la toalla y le ayude. En Silverstone asombra a la conocedora prensa inglesa (Autosport le designa como The french rising star) y en Francia se convierte en el Campeón Nacional de F3 de ese tumultuoso 1968.

Apoyado por Shell, se pasa a la Fórmula 2 en la siguiente temporada, en Tecno y con Nanni Galli como compañero de equipo. No es un buen año pero si hay un hecho que marca un antes y un después. En Reims logra superar en la recta de meta, aprovechando la aspiración, a nada menos que Jackie Stewart y Piers Courage , logrando un triunfo de gran repercusión. Ese año correrá por vez primera un Gran Premio del Mundial, el de Alemania, con su Tecno; entonces se admitían los F2 en carreras de F1.

La inesperada retirada del piloto francés de Fórmula 1  Servoz-Gavin en 1970, hace que las gentes de la petrolera gala Elf, patrocinador de Tyrrell (que utiliza  ese año los March 701) convenzan al “Tio Ken”  para que Cevert sea su sustituto como compañero de Stewart.  Tyrrell, no muy entusiasmado, acepta a regañadientes. Así François Cevert debuta con su nuevo equipo en el Gran Premio de Holanda. Al tiempo sigue en la Fórmula 2 y en Sport, con Matra, donde precisamente consigue su primer gran triunfo en los 1000 Kilómetros de París. Y en Fórmula 1 logra su primer punto en el Gran Premio de Italia, en Monza.

En 1971 Tyrrell ya utiliza sus propios coches. A partir de la mitad de temporada el equipo progresa de forma espectacular y en Nurburgring, Cevert sube al podio secundando a Stewart. Y en el último Gran Premio del año, el de Estados Unidos en Watkins Glenn, Cevert logra su primera y única victoria en la Fórmula 1.

La temporada de 1972 no fue muy buena, pero aún así obtuvo dos segundas plazas (en Bélgica y Estados Unidos) por detrás de los pilotos que se jugaban el título; Fittipaldi y Stewart.

Y llega 1973. En la Fórmula 1 todo el mundo considera que el francés es el sucesor de Stewart que afronta una temporada que ya suena a despedida, pero por la puerta grande. El equipo está pletórico; Stewart gana en Sudáfrica, Bélgica, Mónaco, Holanda y Alemania. Y Cevert logra seis segundos puestos, cinco de ellos por detrás de su jefe de filas en otros tantos dobletes históricos de Tyrrell. Así el francés es segundo del mundial por detrás de su compañero.  Stewart está orgulloso de la progresión de su alumno e incluso dice al bajar del podio en Nurburgring; “si hubiera querido François, me habría adelantado”. Cevert dirá más tarde en privado que lo intentó pero que Stewart “con un pequeño toque de volante me colocó en mi sitio”. La relación es perfecta entre el rey de la Fórmula 1 y su sucesor.

Cevert junto al matrimonio Stewart

Las cosas sin embargo se tuercen un poco para Cevert. En Austria se golpea con Merzario  y su retirada le lleva a perder el segundo puesto en el Mundial a favor de Fittipaldi. En Canadá sufre un segundo y fuerte accidente por culpa de Schekter.

Y llega el último Gran Premio, el de Estados Unidos en el, para Cevert, querido circuito de Watkins Glen. Stewart ya es campeón, pero el joven francés quiere cerrar la temporada con un triunfo. En los entrenamientos lucha por la pole con el rápido sueco Peterson y su Lotus. François está pletórico “conduzco el Tyrrell 006 con el motor 66 y el número 6, y hoy es 6 de octubre; es mi día”

Watkins Glen tiene una dificultad particular en un tramo de “eses” derecha, izquierda. derecha con una depresión en el medio. El 006 es muy rápido, pero relativamente difícil de controlar por su corta distancia entre ejes que le da un comportamiento bastante nervioso. De pronto se hace el silencio en la pista neoyorquina; un coche se ha salido, se escucha la ambulancia, los pilotos vuelven a los boxes. Colin Chapman, el patrón de Lotus, exclama con voz entrecortada “Cevert,  Cevert…”

 « Este chico no cumplirá  los treinta » había predicho una vidente a la amiga de François, Nanou van Malderen. No se equivocaría.

«Epílogo

Cevert le había dicho a Jackie y Helen Stewart: “Si algún día me mato en una carrera no os preocupéis: en algún momento sabréis si estoy bien allí donde me encuentre”.

Un día el hijo del matrimonio Stewart se acercó a sus padres con un envoltorio: era el primer regalo que les había comprado de forma autónoma. Sus padres lo abrieron y en su interior apareció un disco: era le melodía que más le gustaba tocar al piano al desaparecido piloto francés ¡y el hijo de los Stewart lo desconocía totalmente! 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *