Es muy de agradecer que Citroën se atreva en estos tiempos a hacer un automóvil diferente. Ya se sabe, es difícil gustar a todo el mundo, pero es preferible la valentía a la vulgaridad, y el C4 ha apostado por lo primero.
Esto empieza, evidentemente, por su aspecto exterior. Distancia libre al suelo elevada (15,6 centímetros, uno menos que un Peugeot 2008 pero casi dos más que un VW Golf, por ejemplo), perfil atípico con un portón posterior muy inclinado al estilo coupé, grandes ópticas…, en definitiva, original. Y por si fuera poco hay muchas posibilidades de personalización: inserciones decorativas, llantas…
Es cierto que el techo muy inclinado no facilita el acceso a las plazas traseras y que el suelo alto combinado con el techo bajo obliga a doblar las piernas para salir y entrar, algo común a los modelos del grupo PSA que utilizan la plataforma CMP, como el Peugeot 2008. Pero para el resto el C4 es un ejemplo de cosas bien hechas, tanto el cuidado acabado como la disposición de numerosos huecos para pequeños objetos (uno de ellos con carga inalámbrica del móvil), como la ergonomía. Un ejemplo es el interface táctil que no se ha llevado por delante todo. Con inteligencia, los técnicos de Citroën han tenido la buena idea de conservar botones para regular el volumen de la radio, así como de la temperatura de la climatización. Hablando de interface, la pantalla de 10 pulgadas va bien situada, en una posición elevada que facilita su visión. Y en el retrovisor tenemos integrada una cámara de fotos y vídeo, que no es algo que me quite el sueño, pero bueno, ahí está…
Todo está organizado sin fantasías, pero de una forma cuidada y lógica. Entre las pocas cosas originales a bordo está el velocímetro, con un agradable retro-alumbrado interior y una innovación para el pasajero del asiento derecho: un soporte integrado para la tableta, que se esconde en el salpicadero. Además, hay dos guanteras: una plana, para un cuaderno, un libro o una tableta, y otra normal. Hay cinco ambientes de interior: estándar, Urban Grey, Metropolitan Grey y Hype Black. En los interiores más sofisticados, los asientos (denominados advanced comfort) son de una comodidad extraordinaria y, además, pueden tener calefacción y masaje. Serían perfectos con un poco más de soporte lateral. En la parte posterior, los asientos también resultan cómodos y si bien no brilla en altura libre al techo, en cambio si ofrece un buen espacio para las piernas: pueden viajar bien dos adultos.
Con 380 litros, el maletero está en la media del segmento, pero se modula con facilidad gracias al asiento trasero abatible que deja el suelo plano.
Al volante
En cuanto al comportamiento, Citroën no ha buscado compromisos: ha apostado claramente por la comodidad. Este Citroën no es para los amantes de la conducción deportiva: las intervenciones precoces del ESP son una muestra de ello.
En ciudad la posición un poco más elevada es favorece la visibilidad y sus 4,36 metros de largo hacen que sea muy manejable. Y la buena altura al suelo nos evita disgustos con los, cada vez más, agresivos bordillos nos ofrecen los ayuntamientos a cambio de los impuestos que pagamos por circular (cuando nos dejan).
En la carretera, el C4 demuestra inmediatamente su principal cualidad, un confort de suspensión de referencia gracias a sus amortiguadores progresivos hidráulicos. De hecho, estos permiten una dureza baja en torno a la altura nominal de la carrocería (unos 30 mm mayor que la de un automóvil convencional), aumentando esta dureza gradualmente hacia los topes para frenar eficazmente los movimientos de la carrocería. La única reserva, a diferencia del C5 Aircross que utiliza esta tecnología tanto en compresión como en rebote, tanto en la parte delantera como en la trasera, el C4 solo utiliza este tipo de tope en compresión en la parte trasera, lo que puede revelar un ruido de clic cuando las ruedas traseras bajan después de un gran bache. En términos de comportamiento, el equilibrio promueve claramente la estabilidad, incluso un poco demasiado para nuestro gusto, en detrimento de la agilidad. La dirección, muy asistida, también carece de un poco de coherencia para ser suficientemente comunicativa.
El rendimiento es bueno con el 3 cilindros 1.2 turbo de gasolina de 130 CV que animó nuestro modelo de prueba, flexible a bajas revoluciones y agradablemente brillante por encima. La caja de cambios manual de 6 velocidades bien organizada le permite aprovechar al máximo mientras mantiene un consumo de combustible razonable en todas las circunstancias, un éxito. Pero hay más motores donde elegir: un gasolina de 155 CV, un diésel de 131 CV y un cien por cien eléctrico de 136 CV. Les soy sinceros. Mis primeros kilómetros al volante del C4 me desilusionaron. Cuando devolví la unidad de pruebas siete días después, lo hice con pena: me había convencido. En conjunto, un automóvil perfecto para quienes priman la comodidad por encima de otra consideración. Y si circulamos habitualmente por malas carreteras, caminos o quieren mimar sus espaldas, más que recomendable. Y con un precio de partida inferior a los 22.000 euros.