Los franceses, con su Liga de Defensa de los Conductores, nos dan un ejemplo a seguir para poder hacer frente a esta política de represión contra el automóvil y el conductor, que sufrimos. Parten de la base que el automóvil es utilizado a diario por ocho de cada diez ciudadanos para ir al trabajo. Y, cara a las próximas elecciones presidenciales, han elaborado un programa para presentar a los candidatos, un programa que recoge las inquietudes de los conductores.
Utilizado a diario por ocho de cada diez franceses, el automóvil ha sido, sin embargo, objeto de una feroz denigración durante varios años. Con el objetivo de concienciar a los candidatos presidenciales sobre los interrogantes, dudas y frustraciones de los 48 millones de conductores que hay en el país galo, la asociación ha realizado un estudio entre los conductores para quienes el automóvil sigue siendo fundamental. Les preguntaron su opinión sobre la represión vial, el estado de las carreteras, la formación a la conducción, la fiscalidad o incluso la transición ecológica. Sus respuestas han servido para elaborar un extenso programa introducen un extenso programa que se presentará a todos los candidatos. El objetivo es “devolver al coche, garante de la movilidad de la gran mayoría de la población, su espacio en la sociedad”, según los propios responsables de la LDC.
Los que lo usan a diario lo saben: su coche se ha convertido en el blanco predilecto de los que no lo necesitan. Hoy ya no se trata sólo de una represión vial, sino también de la reducción continua de las velocidades autorizadas, de las restricciones al tráfico, de las escalas de penalización por CO2 altísimas, de la infantilización de las prohibiciones de uso del vehículo, de incomprensibles cambios de opinión que promueven los motores diésel un día para condenarlos al día siguiente, sin pedagogía… En los últimos años, estas medidas estigmatizantes y punitivas han convertido a los automovilistas en ciudadanos de segunda, solo útiles para pagar impuestos y multas.
La LDC , cara a las elecciones, señala que “con las elecciones presidenciales acercándose, sería un grave error desdeñar a quienes arrancan su automóvil todas las mañanas porque no tienen otra forma de llegar a su destino (o simplemente porque prefieren su habitáculo a un autobús lleno de gente o a una bicicleta bajo la lluvia).
Siguen indicando que “los candidatos deben renovar el contacto con estos franceses motorizados. De izquierda o derecha, deben trabajar para su rehabilitación, comprender sus necesidades individuales de movilidad, apoyarlos en la transición ecológica, sensibilizarlos sobre la seguridad vial fuera de los radares automáticos y tratarlos como conductores responsables”.
En treinta y cinco páginas de testimonios, la LDC ha elaborado un completo programa de política automovilística, cuyas 10 propuestas concretas y constructivas, clasificadas en tres temas (sanciones automatizadas y represión; seguridad vial y formación; y fiscalidad y transición ecológica)
En cuanto al primero, sanciones automatizadas y represión, señalan la necesidad, entre otros, del abandono del uso sistemático de radares automáticos. En el segundo capítulo, seguridad vial y formación, destacan la necesidad de poner en marcha una formación teórica y práctica posterior al examen de obtención del carné de conducir (prioritariamente para , pero no exclusivamente , a jóvenes de 18 a 24 años) de carácter gratuito (con los ingresos generados por las multas sería posible), renuncia a la continua rebaja en las limitaciones de velocidad, o retorno al principio inicial de seguridad vial.
Y en el tercer apartado, fiscalidad y transición ecológica, señalan la necesidad de adopción de una política clara y comprensible que oriente a los conductores hacia motorizaciones adaptadas a sus necesidades o la moratoria de implementación de zonas de bajas emisiones.
Destaca la LCD, que las diez propuestas, “que sometemos a todos los candidatos a la elección presidencial -porque lo repetimos, el automóvil no es un tema de derechas ni de izquierdas- resumen las expectativas de los 48 millones de conductores…, que son los mismos que los 48 millones de franceses que pueden votar. Es hora de escucharlos”.
Todo esto es perfectamente extrapolable a los usuarios españoles.