Hay grandes premios y grandes premios. El de Mónaco disputado el 10 de mayo de 1970 -es decir, día por día hace medio siglo- es de los que ha quedado grabado en la memoria de los afortunados que lo vivieron, y en las páginas de la historia de la Fórmula 1.
Los personajes
Este verdadero drama shakesperiano es representado po dos personajes principales. Por un lado un viejo guerrero curtido en mil batallas, Sir Jack Brabham, que la Reina Isabel lo ha ennoblecido como Caballero de la Orden del Imperio Británico tras ganar su tercer título de Campeón del Mundo. Pero en realidad su alma es la de un mecánico de Sydney y conserva ese carácter taciturno y duro labrado en una carrera con un planteamiento claro, ganar con sus propios coches.
El otro protagonista se llama Jochen Rindt. Es austriaco de origen alemán: huérfano de guerra (sus padres murieron en los bombardeos aliados sobre Hamburgo) ha sido criado por sus abuelos en Austria en un ambiente desahogado si bien su pasión por las carreras le ha llevado por caminos nada fáciles. Su personalidad es como un puzle que ha ido poco a poco ordenándose. Su trayectoria en la Fórmula 1 ha ido por complicados caminos. Tres temporadas con los poco competitivos Cooper, una sombra de su pasado glorioso, no han tenido más fruto que salidas de pista buscando ganar segundos imposibles, y conflictos personales fruto de su complicado carácter acentuado por los reveses. Ya nadie cree en él salvo, curiosamente, Jack Brbaham . El australiano contrata a Rindt en 1968 y lo mete en vereda. Su talento en bruto se pule y un monoplaza más competitivo le devuelve la confianza. Empieza situarse entre los mejores: dos poles position confirman su ascenso. A Colin Chapman, el patron de Lotus, no se le escapa la transformación y le contrata para sustituir al insustituible Jim Clark. Con los coches del loto gana su primer Gran Premio, el de USA, en esa temporada de 1969 y está convencido de que en 1970 será su gran año, el que con el Lotus 72 puede ser Campeón del Mundo. Se dice que si el título llega le ha prometido a su bellísima esposa, Nina retirarse y dedicarse a los negocios junto a su manager y sobre todo amigo, Bernie Ecclestone que empieza a esbozar sus planes para transformar ese deporte de garajistas que es la Fórmula 1 en algo más. Tiene 27 años.
El escenario
Vigésimo séptimo Gran Premio de Mónaco y tercera cita del Mundial de 1970. El corazón de los habitantes del Principado late en sincronía con los motores de los monoplazas. En los entrenamientos Jackie Stewart y Chris Amon dominan. Son los pilotos de una nueva marca, March cuyo nombre no son sino las iniciales de Alan Rees, Graham Coaker, y Robin Herd. Ah, se me olvidaba, la “M” es Max Mosley….. sí, el que será años más tarde presidente de la FIA.

Durante veintidós vueltas los dos March 701 dominan la prueba. Les sigue Jack Brabham que a pesar de sus 44 años está en forma. Ha ganado la primera carrera del mundial, el Gran Premio de Sudáfrica y brillado en el segundo, el de España donde fue el más rápido en los entrenamientos. Conduce con la motivación de un joven piloto y el saber hacer de un veterano y presiona a Amon hasta superarlo. El Brabham BT 33 es ahora segundo y en la vuelta 28 se convierte en líder cuando Stewart entra en boxes: terminará por retirarse poco después, con problemas de encendido.
En cabeza luchan Brabham, Amon y Hulme con su Mclaren M14A. Pero pronto un cuarto protagonista se unirá al trió.
La remontada de Rindt
Salir en la cuarta fila de la parrilla en Mónaco parece ser una condena a priori en un circuito donde cada adelantamiento es una gesta. Jochen vuela por las calles del principado con su Lotus 49 C. El equipo inglés se ha visto obligado a utilizar sus veteranos 49 pues al revolucionario 72 aún muestra problemas de puesta a punto, sobre todo a nivel de suspensiones. En realidad el equipo oficial solo corre con Rindt pues Miles no se ha logrado clasificar y su 49 C, repintado por la noche con los colores del equipo Walker, será utilizado por Graham Hill.

Rindt, en la vuelta 36 supera a Henry Pescarolo y deja atrás el bello sonido del V12 del Matra de francés. En la 61 cuando se acerca a Amon este, por problemas en la suspensión, debe retirarse y le deja libre el camino. Jochen aprieta los dientes y acelera. Chapman tiene el rostro tenso y contempla el paso del monoplaza rojo y dorado, los colores del Gold Leaf mientras que Tauranac desde el box de Brabham parece dominar la situación. Trece segundos le separan ahora del verde y amarillo Brabham y la diferencia se funde como un helado al sol. En la vuelta 70, a diez del final, el Lotus está a 10 segundos de Brabham pero nadie cree que podrá recortar un segundo por vuelta salvo el propio Jochen. Y sin olvidar que en el mejor de los casos tendría que adelantar al líder y Old Jack no tiene fama de facilitar las cosas. En la 77 Rindt está a menos de cinco segundos del líder que ha tenido problemas al coger vuelta a Siffert. Una vuelta después Rindt desencadenado ya está a tan solo tres segundos y Brabham parece tener problemas con los frenos.
Llega la carrera a la 79 y la diferencia es de solo un segundo y medio. La última vuelta.Los dos coches pasan por los lugares míticos del circuito: la Ancienne Gare, Portier, el Tunel, la Chicane del Puerto, Bureau du Tabac ….Rindt está a 20 metros.
De pronto ante ellos se encuentran Courage con el De Tomaso y Siffert con un March. Brabham teme que cualquier duda ante los rezagados la aproveche Rindt para adelantarle. Así que intenta superarlos antes de llegar al Gasómetro, la última curva antes de la, generosamente, denominada recta de meta. Supera con facilidad a Peterson y con el impulso también a Courage pero la curva ya está encima y el australiano ha perdido las referencias de la frenada. Apoya el pie con fuerza en el pedal y esta maniobra junto al polvo acumulado en el interior de la pista hace que se bloqueen las ruedas y aunque en un último intento gira la dirección, el Brabham continúa recto hasta golpear las protecciones. Jochen pasa sin problema y cruza la meta en primer lugar. Jack, tras dar marcha atrás, le sigue y essegundo con su maltrecho monoplaza.
Sin duda un error de juventud de un veterano pero , en cualquier caso, uno de esos grandes premios «grande» sin discusión.