Muchas averías en motores de marcas muy acreditadas se deben al uso de ciertos de modos de conducción de las cajas de cambio automáticas
En los últimos meses he sido testigo de manifestaciones de conductores quejándose de la fiabilidad de los motores de sus coches, y lo que resulta más sorprendente, que se trataba de coches de marcas premiun, mecánicas térmicas puras, en especial una de las marcas británicas del mayor prestigio en el mercado mundial. “Se me ha roto el motor” he oído decir, incluso que fuera necesario cambiar la unidad por una nueva. No podía dudar lo que decían sobre sus propios coches, así como de otros casos similares, pues, directamente conocía un caso, de un amigo, que había sufrido una avería que necesitó un cambio de motor. Entonces pensé que fuera consecuencia de la mala suerte o de la justa potencia de algunas mecánicas para un vehículo muy pesado. Pero, por otro lado, sabia de la garantía contrastada de los motores de los que se quejaban, con averías tan importantes. Los conozco lo suficiente como para dudar de su calidad, robustez, rendimiento y durabilidad. Algo no cuadraba.
Entonces, por qué son tan recurrentes estas averías. Busqué información en foros y comprobé que no eran pocas las quejas en otras marcas, también premiun y, en general, vehículos pesados todo terreno. Y, como en las investigaciones policiales sobre asesinos en serie de las películas, pensé que debería existir un punto común y llegué a la conclusión que ese nexo se encontraba en la caja de cambio automática, más concretamente en su unidad de gestión, allí donde residen los modos de conducción, que permiten adaptar de forma automática el tipo de conducción a las necesidades del viaje, tipo de ruta o simplemente a gusto del conductor.
Pero antes de entrar en el meollo del asunto, vamos a hacer un breve antecedente de la situación. En los últimos años las políticas medioambientales y, sobre todo, algunas restricciones de circulación en ciudades, han llevado a los fabricantes a exprimir todas las soluciones técnicas en su mano para rebajar las emisiones de sus coches; actuaron allí donde era posible, aunque solo fuera para conseguir unos gramos menos de gases contaminantes, todo valía porque todo sumaba. Un magnífico caladero para eliminar gases contaminantes siempre fueron los programas de gestión electrónica y unos de los mayores hallazgos fueron los modos de conducción, que eran como el genio de la botella, porque además no necesitaba de la contribución del conductor, “tú eliges el modo de conducción que mejor se adapte a tus necesidades, que el ordenador de gestión se encarga de todo”, muy fácil y, sobre todo, muy sencillo de vender a los futuros clientes. Además, estos modos automáticos de conducción permitían al fabricante homologar una maravillosas cifras de emisiones y conseguir la etiqueta más favorable. De pronto, coches muy pesados, con motores muy potentes prometían unos consumos muy reducidos, que encandilaban a los usuarios. “Mi todo terreno de dos toneladas y mas de 180 caballos, apenas consume 7 litros a los 100 kilómetros”. Lo que no sabían, que la forma de conseguir tan bajo consumo estaba llevando hasta la extenuación a su motor. Porque las dos toneladas de peso, y cargado mucho más, eran reales, pero los caballos no. Estos últimos, los tenía, pero no los usaba. Era como el que tiene un gran coche de caballos, de los de verdad y dice, “en la cuadra tengo cuatro caballos, pero solo uso dos”. Ya se pueden imaginar como terminarían los dos caballos que les tocaba tirar del coche y que corta podría resultar su vida.
Pues lo mismo sucede con un coche con un motor de gasolina o diésel, equipado con una moderna caja de cambio automática, muchas marchas y varios modos de conducción. Estas cajas disponen habitualmente al menos de tres modos de conducción que cada marca le da una denominación particular, pero que en general es, el modo Normal, el Sport y, la gran estrella, el modo Eco, que te permite circular con un consumo muy bajo, aunque las prestaciones no sean fulgurantes. ¡Pero qué más da, si con tanta restricción no podemos correr, pongamos el modo Eco y adelante! Y aquí vienen los problemas.
El funcionamiento de los modos de conducción Eco o similares, y a veces el modo Normal no se diferencia mucho, gestionan el funcionamiento de todo el conjunto mecánico para que los cambios de velocidad de la caja automática se produzcan en torno a las 2.000 revoluciones del motor, en algunas circunstancias, incluso menos. Esto trae como consecuencia que durante la mayor parte del uso del coche disponemos y estamos usando, como mucho, de la mitad de la potencia disponible del motor. ¿Ya ven la correlación con los caballos de tiro, entre los que tiran y los que se quedan en la cuadra? Es decir, estamos llevando al motor a un funcionamiento irregular, que no respira como debe, siempre ahogado, lejos de las revoluciones de rendimiento óptimo y llega un momento que dice, “basta, no puedo más, me estás dando poco y mal de comer y me exiges que acelere con poca potencia”. Los caballos de la cuadra terminan en el veterinario y los motores en el taller.
¿Qué pasa si en vez de usar el modo de conducción Eco, usamos el modo Sport? En este caso, los cambios de marchas están optimizados y se producen en el entorno de las 3.000 a 3.500 revoluciones y en caso necesarios, según las circunstancias, incluso superior, cuando el motor se encuentra en la mejor disposición y mayor rendimiento, con la carga de combustible más rica y el oxígeno necesario para obtener la combustión más eficiente. Es decir, los cambios se producen mucho más cerca de la potencia real del motor y su funcionamiento garantiza una vida más duradera. Si nos vamos de nuevo al símil de los caballos de cuatro patas, si hemos enganchado dos caballos al carro, llegarán a la cuadra cansados y exhaustos, pero si enganchamos cuatro caballos, estos llegarán más tranquilos y alegres.
Evidentemente este modo Sport conlleva un mayor consumo, pero sólo durante el tiempo que estemos variando la velocidad, en tráfico urbano, adelantamientos continuos o situaciones similares. Para que ese consumo puntual más elevado no sea excesivo, simplemente debemos tener la precaución de llevar manualmente el cambio a la marcha más alta cuando hayamos alcanzado una velocidad crucero. Si en esta situación, por ejemplo, necesitamos hacer un adelantamiento, la gestión en el modo Sport de la caja automática ya se encargará de reducir a la marcha más apropiada, para que la maniobra se haga del modo más eficiente, mejor rendimiento y, por supuesto, sin incrementar la fatiga del motor. Algo, que no sucedería si conducimos en otro modo.
Otra consecuencia, aunque no tan grave, es esa falta de respuesta en el motor que algunos conductores advierten y que cuando llevan el coche al taller les dicen que todo está bien y el motor de su coche no necesita reparación. Y es cierto, no hay ninguna avería, pero también es verdad que las quejas de algunos usuarios no son infundadas. ¿Qué sucede entonces? Pues el origen puede ser el mismo de lo que hemos dicho antes.
Todos los motores modernos llevan un gestor de motor, que recoge todos los datos de su funcionamiento y con ellos elaboran el mapa de trabajo más idóneo para la forma de conducción del coche. Este gestor no solo responde a las demandas del conductor, sino que aprende y modifica ese mapa para obtener la mayor eficiencia en relación a las prestaciones, consumo y, por consiguiente, emisiones. Entonces, cuando abusamos del uso de los modos Eco, al mismo tiempo que le decimos al gestor que queremos el menor consumo, también le estamos diciendo que queremos una conducción tranquila, y el gestor responde dando aquello que requerimos y por tanto no podemos esperar que además la respuesta del motor sea deportiva y fulgurante.
Como dice la vieja sabiduría, nadie da duros a peseta y si queremos rentabilizar la inversión que hemos hecho en el motor, para tener muchos caballos bajo el capó, a esos caballos debemos tratarlos bien, darles la alimentación que necesitan, combustible y oxígeno suficiente, el motor nos lo agradecerá con una larga vida y buen rendimiento. Y tampoco debemos olvidar que cuanta más potencia llegue a los neumáticos, mayor será su adherencia y tracción, es decir, tendremos más seguridad.
2 comentarios en “«El modo Eco, un enemigo del motor», por Francisco del Brío”
Estoy totalmente de acuerdo con la brillante exposición del artículo. Es más ,se puede añadir , que en el modo eco se genera más carbonilla que el modo Sport. Por ello, algunas veces y después de un viaje en modo eco, no se active el sistema star stop. Incluso se encienda la luz naranja del motor por la falta de regeneración de gases.
Muchas gracias por tu aportación