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Conductores, presuntos delincuentes, por Francisco del Brío

Existe en Madrid un hospital, que yo recuerdo de toda la vida, y ya son muchos mis años, que tiene una puerta que en la que reza: Entrada Provisional, que mucho dudo que algún día deje de serlo. Y si yo iba a hablar de la Dirección General de Tráfico, a qué viene esa entrada provisional. Porque igual de provisional fue que la gestión del tráfico, aunque mejor sería decir tránsito, pero esa es otra historia, fuera a recaer en lo que ahora es el Ministerio de Interior, un lugar inapropiado.

En lo que fue la organización del Gobierno de España después a la contienda Civil había que dar acomodo al asuntos de los coches, mucho más que a la gestión del tráfico, que por aquel entonces no presentaba muchos problemas de atascos ni excesos de velocidad, quizá lo único que preocupaba entonces es que todos fueran por la derecha, bueno, como en el resto de cosas. Pero otra cosa era el asunto de los permisos de conducción, cédulas de propiedad de los vehículos y todas esas menudencias que tanto preocupaban a los que mandaban. Como de vigilar las carreteras y de casi todo se ocupaba la Guardia Civil, allí se posó el mochuelo y por ende al supercontrolador Ministerio de la Gobernación, que sólo el nombre ya imponía respeto. Y lo que parecía provisional pasó a ser definitivo, hasta nuestro días, por absurdo que siga siendo así.

Quizá por esta fortuita razón, a los conductores en España, al menos siempre me ha parecido así, nos han tratado como presuntos delincuentes, seres que se lanzan al asfalto con la impronta de la culpabilidad, con la consabida advertencia de que si un agente te para en la carretera es por que tienen seguro, de que algo habrás hecho. Sensación que he visto acrecentada cuando en más de una ocasión, he sido parado por un agente de tráfico y que cuando han visto que el hecho por el que en principio había sido parado no era motivo de sanción, siguieron indagando otras posibles causas, que justificara su intervención. En una ocasión me preguntaron si llevaba unas gafas de repuesto, que era obligatorio. Menos mal que aquel día no me había puesto las lentillas y las llevaba en la cartera. En realidad sólo era el estuche, pero afortunadamente coló. En otra ocasión me pararon en un mismo recorrido en tres ocasiones para comprobar la documentación del coche, que llevaba matrícula de transporte; en dos de ellas me dejaron seguir sin problema y en una me sancionaron. Como me he pasado parte de vida en la carretera las anécdotas son cuantiosas y también he de decir que me he encontrado con agentes maravillosos, respetuosos y con verdadera pasión por hacer bien su servicio en la carretera.

Pero a lo que vamos, la situación administrativa de la DGT dentro del organigrama del Ministerio de Interior es irregular y algo único en los gobiernos de Europa, donde este organismo que gestiona el tráfico está habitualmente dentro del Ministerio de Transporte, motivo por el cual la reunión más importante a nivel europeo en materia de Seguridad Vial es la Conferencia de Seguridad Vial de Ministros de Transportes. Lógicamente en estos países, si bien la gestión de tráfico pertenece a una dirección incluida en Transportes, la vigilancia está a cargo de los distintos cuerpos de seguridad, lo que trae consigo una independencia entre ambos organismos, encargados de la gestión del cumplimiento de las normas y el que gestiona y modifica esas normas. Como debe de ser. ¿En que se traduce esto en términos prácticos? En algo tan habitual como es el hecho de que si un conductor recibe una sanción de quien vigila el comportamiento de las normas y el sancionado decide recurrir la sanción, quien estima el recurso es un órgano distinto e independiente de quien ha impuesto la sanción. Algo que no sucede en España, ya que todo es lo mismo, donde todo es un, yo me lo guiso y yo me lo como. Yo te sanciono y si te quejas, también te diré yo, si yo tengo razón.

En otro orden de cosas, esta anómala situación también se traduce en que a la hora de legislar en materia de tráfico y Seguridad Vial, parece que el único protagonista sobre el que es necesario actuar es, en la inmensa mayoría de las veces, el conductor, como si el resto de agentes que participan en el tráfico no existieran. Ahora mismo están en trámite algunas modificaciones legales para mejorar la Seguridad Vial. Pues bien todas ellas recaen prácticamente en el conductor. ¿Alguien se ha preocupado de la situación de la señalización o del estado de las carreteras, incluso del diseño de las mismas? Pues no. El conductor, por supuesto, tiene que pasar una Inspección Técnica de su vehículo, algo muy sensato, pera las administraciones, estatales, comunitarias, locales o de barrio, nunca serán culpables de asqueroso estados de las carreteras bajo su administración y si alguien muere en un accidente por culpa de ese estado, la culpa siempre será del conductor por ir a una velocidad inadecuada al calamitoso estado del firme o el pésimo diseño de la vía. “Habrase visto, atreverse a circular por una carretera, mal señalizada, con los peraltes invertidos y llena de baches. Que insensato y encima dice que no es culpable”.

Sólo un ejemplo. Una de las causas más comunes de accidentalidad en Autovías y Autopistas es el cansancio de los conductores y las distracciones por usar el teléfono, consultar el navegador o incluso buscar una emisora de radio, situaciones que se pueden remediar con una breve parada, en todos los casos. ¿Cómo se soluciona este problema en España? Muy sencillo, con una prohibición. ¿Como se soluciona en otros países europeos? Situando cada muy pocos kilómetros, a veces menos de cinco, unos ensanchamientos en los que es posible parar un momento, para descansar, hacer una llamada de teléfono, sintonizar el canal de radio o música preferida, sin peligro. Para indicar estos lugares existe una señal vertical azul, que lógicamente no existe en nuestro país. Aquí en muchas ocasiones es imposible encontrar un lugar de parada en mas de 50 kilómetros, a no ser que salgas de la autovía, lo que obliga a realizar otro largo recorrido. Y a veces esos largos recorridos son fatales y tienen consecuencia de muerte.

Pero, cómo vamos a esperar que nuestra Administración y legisladores piensen que existe algún agente más que influya en el tráfico y su seguridad, aparte de los conductores, cuando no han tenido la sensibilidad necesaria para nombrar responsable de la DGT a una persona acreditada en la materia, con autóritas además de autoridad.

Y el mayor ejemplo es la actual situación de la DGT, con un director general que ya fracasó en una anterior etapa, que mintió cuando anunció que había reducido el número de victimas un 30%, lo que era evidentemente mentira, dado que en el mismo periodo en el que presumía de tan fausto logro, se habían mantenido el número de accidentes, corroborado por mi mismo en la entidad que agrupa a las aseguradoras, quienes me afirmaron que no sólo no había disminuido la accidentalidad, sino que se había incrementado en la misma medida que lo había hecho el parque automovilístico. Así como que tampoco había disminuido el número de indemnizaciones por víctimas. Pues bien, con ese legado a su espalda, el actual ministro de Interior, vuelve a nombrarle director general. Y ya vemos los desaguisados que está dispuesto a cometer, como reducir la velocidad de adelantamiento, que sólo traerá consigo que la maniobra más peligrosa de la conducción se alargue en el tiempo, alargando por consiguiente el peligro. Una lumbrera. Nada extraño cuando el señor Navarro tiene como gurú de la Seguridad Vial, nada menos que a Luis Montoro, conocido charlatán que se autodenomina catedrático de Seguridad Vial, una cátedra de la que no ha existido nunca una convocatoria formal.

Daría para mucho el tema, pero para los que han tenido la santa paciencia de llegar a estas líneas y para quienes se desengancharon tras el primer párrafo, … seguiremos informando.

2 comentarios en “Conductores, presuntos delincuentes, por Francisco del Brío

  1. El Navarro y el Montoro, vaya dos elementos, podrian ser de la cuadrilla del Bombero torero, pero bien que nos sacan los cuartos¡¡

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